sábado, 14 de enero de 2012

De veleidades inconclusas


Y de repente notaste
cómo se había trazado
la pedregosa ruta
de empalagosos y voraces
destierros.
Cual figura desdibujada
ya no podrás acoplarte
en los Órdenes mundanos
que levitan
sobre la muchedumbre
y sus fatigas
hechas para amarrar
vientos alborotados.
Te verás atravesando
valles y accidentes
grises, opacos y pálidos
excesivas montañas
desiertos paladines
y nublados poblados.
No llegando jamás
al reencuentro
del cielo con la tierra
pues lo derramado
no se restituye.
Encontrarás a tu lado
un mudo paisaje
gesticulando
sus entrañables vanidades
que provocarán sórdidas
sublimes contemplaciones
Pero por sobre todo
hallarás humanidades
cuerpos de cloroformo
esperando de ti
o más bien
tú esperando de ellas
reciprocidades suficientes
para la inaudita comunión.
Y ya no habrá dioses
celestiales o encarnados
la vida volverá
a la humanidad de la muerte.
No se hallarán
suertes de camino
sólo serán inconclusas veleidades
que te permitirán retirarte
del tribunal
de rutinas enajenadas
y precoces apariencias.
El individuo se desnudará
de empaquetadas labores
y se volverá
líquido desperdigado.
El enjambre racional
siempre tan individualista
dará paso
a la semiótica del espíritu
que entiende que del caos
no hay orden
pero tampoco alienaciones.
Y ya no volverás al estado sólido
donde nada circula
y todo es paciencia-esmero.
Pero como la travesía sólo gira
sobre sí misma
pisarás nuevamente el albor
abajo de los soles
que, irónicamente
iluminan
sus propios eclipses.
Serás al fin y al cabo
otro de lo mismo
en el lugar que
a pesar de todo
siempre fue profano.














Todo        se          resuelve
                                                                                                       allá lejos
donde    pululan    los   astros                                       c u n e i f o r m e s.