Agrego un poco de derrames
de esos que salen de la retina
y crepitan en todas las órbitas del ojo
lagañas y sales fundidas en una misma
lágrima.
Luego, degusto sabores de tierras y lombrices
(puede ser útil para la generación de anticuerpos).
No me alarmo del recuerdo de recetas a base de
conceptos deformes,
irreflexivos,
con algo de congoja
y violento
escepticismo.
Y si se me acaba la memoria,
por voluntad o naturaleza,
igual dejo reposando la mixtura,
Sólo para ver qué pasa.
Como probablemente todo siga igual,
lo recomendable es que le añada
grasa de paloma,
bilis de conejo, ya ahumado,
y algo de cera o cerumen,
sólo si se parecen.
Para terminar,
quizás funcione revolver el combinado
hasta que adquiera colores putrefactos.
Siempre manteniendo la sustancia en movimiento
hasta nuevo aviso.
Cuando arribe la fatiga,
podré tal vez interrumpir mis deseos
y reanudar mis labores mundanas.
Pero antes, quizás sea mejor refrigerar el surtido
hasta el punto de la consistencia cremosa.
Listo el batido, lo podré añadir a mi almuerzo
para ingerir el conjunto de ya vinagrosa apariencia,
cual producto de las vísceras añejas de un individuo
postrado adecuadamente
en una licuadora.
Entonces viene nuevamente la espera de algún resultado,
ojalá algo más digno y prometedor que una simple
sopa de espesura olor a mierda.
Pero, en realidad, sea como sea procuraría servírmela
hasta la enfermedad,
pues ya no cabe pensar en dar un paso atrás.
Mejor terminarlo todo de una vez.
Ahora, si noto como palpitan mis entrañas
al unísono
como un solo gruñido
quizás ya habré creado una nueva bacteria.
Y si luego noto
que el surtido se me escapa por el esfínter
probablemente
lo único que habré conseguido
es consumir una vez más
de mis propios residuos.
Ello, quizás, no sea útil o satisfactorio
pero al menos
es algo nuevo y escandaloso.
La basura en mi cuerpo adquiere nueva forma
una vez vuelta a digerir.
Vil descubrimiento.
Es algo así como esos movimientos gástricos
de variados tiempos
fundidos en el mismo momento estomacal
que, bajo mi suprema impotencia,
crean.
O forma esa inmundicia parte de mí
o mi cuerpo se fagocita en el germen,
como un cuerpo que se recoge en su partícula esencial.
O simplemente, intentando limpiarme de Eso,
arrojo la creatura al vacío,
una secreción acelerada,
donde el Diablo y Dios, revueltos en una orgía,
hacen el amor al compás de sus alaridos.
A ver si allá aquella insana porquería tiene mejor suerte que acá,
en mi cuerpo maltrecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario